sábado, 1 de mayo de 2010

El Divorcio.


El Divorcio

Por Rafael H Rodriguez.




Hemos visto que es el plan de Dios que mi matrimonio y el suyo representen la fidelidad de Dios en la tierra. Esto se hace cuando nosotros como cónyuges nos entregamos únicamente el uno al otro, pase lo que pase, hasta la muerte. En tal cuadro obviamente no cabe el divorcio. Lo cierto es no solamente yo, sino casi todos mis amigos evangélicos estaríamos muy de acuerdo que el divorcio no es bueno.
Sin embargo, cuando se relaciona con su propio matrimonio o con el matrimonio de sus conocidos, yo encuentro que muy a menudo mis amigos evangélicos ponen excusas por los divorcios que hay en su medio. En la primera parte de este artículo, nosotros llamamos a esta actitud una "cultura de indiferencia" con relación a los mandamientos de Dios. Rogamos que Dios pueda usar esta parte sobre el divorcio para efectuar un cambio, primero en nuestras vidas personales y luego a nivel familiar, congregacional e inclusive nacional, cambiando nuestra "cultura de indiferencia" en una "cultura de atención" a lo que Dios manda.
Pues, ¿qué es lo que Dios nos manda con relación al divorcio? En primer lugar, pongámonos de acuerdo en un punto muy esencial: Dios aborrece el divorcio. Él así lo dice en Malaquías 2.15-16. Dios aborrece cualquier infidelidad a los pactos o contratos en los que hemos entrado. ¿Cómo no va a aborrecer también la infidelidad a los votos matrimoniales? En esto están de acuerdo todos los evangélicos, ¿verdad? A nadie le gusta el divorcio.
Pero no siempre estamos de acuerdo cuando aparecen situaciones matrimoniales difíciles. Por ejemplo, si mi cónyuge quebranta su parte del contrato matrimonial, ¿estoy libre entonces de tener que seguir cumpliendo con mi parte? ¿Acaso no existen situaciones donde Dios puede bendecir un divorcio? Y si las hay, ¿cuáles son?
Para contestar estas preguntas, vamos a tratar de despegarnos de todas las emociones y toda la polémica que siempre acompaña a este asunto, para que veamos con claridad cuál sea el corazón de Dios para su pueblo con respecto a esta cuestión.
A. ¿Por qué Dios aborrece el divorcio?
Hemos visto que Dios aborrece el divorcio. Pero, ¿por qué lo aborrece? ¿Qué hay en el corazón de Dios que hace que él sienta tanta repugnancia hacia el divorcio? Primeramente, es porque....
1. El divorcio rompe el significado simbólico del matrimonio
Dios nos ha dicho que la relación matrimonial es figura de la relación entre Dios y su pueblo. Lo cierto es que al leer Malaquías capítulo 2 se hace difícil ver en cuáles versículos Dios está hablando de la relación entre un hombre y su mujer y dónde está hablando de la relación entre Dios y su pueblo Israel. Esto es porque ¡ambas relaciones son muy semejantes! En ambos casos, Dios requiere una fidelidad absoluta.
¿Qué de nosotros, maridos? ¿Acaso nosotros vivimos con nuestras esposas de tal forma que representamos sinceramente la fidelidad de Dios para con su pueblo? Y ustedes, esposas, ¿reflejan la fidelidad del verdadero pueblo de Dios para con él al vivir con sus maridos?
Dios siempre cumple sus promesas. La Biblia dice que él no puede mentir. La fidelidad de Dios es una parte integral de su carácter. Es su corazón.
En fin, Dios aborrece el divorcio porque el mismo constituye una burla descarada ante los mundanos de la fidelidad de Dios. Además, Dios lo aborrece porque....
2. El divorcio es un intento de romper lo que Dios juntó


En Mateo 19.3 los fariseos le preguntaron a Jesús: "¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?" Jesús les respondió en los versículos 4-6: "¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre."
Efectivamente, yo no creo que el divorcio rompa el lazo matrimonial ante Dios, pues Romanos 7.1-3 dice que el matrimonio es de por vida. Pero ante los ojos de los hombres, el divorcio sí rompe el matrimonio. Los cónyuges divorciados viven separados, desafiando de esa manera al Dios altísimo que los creó y los juntó en una sola carne. ¡Esto no debe ser!
Además, Dios aborrece el divorcio porque....
3. El divorcio demuestra otro espíritu que no es el de Jesús
Jesús vino a este mundo como Príncipe de paz. Pedro escribió esto acerca de lo que Jesús hizo mientras anduvo aquí en la tierra: "Cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente" (1 Pedro 2.23). Luego Pedro nos amonesta en 1 Pedro 4.19: "De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien".
Por lo general, el divorcio es directamente opuesto a este espíritu que demostró Jesús. El divorcio es una reacción. Sólo mencionar la posibilidad del divorcio a su cónyuge es una manera de amenazar. El divorcio clama: "Yo tengo derecho a vivir mi propia vida como yo la quiero vivir". Por eso, Dios aborrece el divorcio. Además, lo aborrece porque....
4. El divorcio priva a los hijos de un ambiente seguro
Los especialistas muchas veces están equivocados, pero en cuanto a esto que voy a escribir, yo no creo que lo estén: Ellos dicen que los hijos de padres divorciados tienden a la delincuencia. Son más propensos al robo, al homicidio y a un sinfín de crímenes. Las calles y las cárceles están llenas de jóvenes delincuentes que son el producto de hogares donde sus padres se divorciaron. Satanás toma la ventaja y aprieta cada vez más a estos jóvenes con sus lazos del vicio. ¿Cuántas pobres personas poblarán el infierno como resultado de padres que se divorciaron?
No sabemos. Pero las siguientes palabras de Jesús acerca de los que hacen tropezar a los "pequeños" deben alarmarnos: "Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar" (Mateo 18.6). Dios aborrece el divorcio porque hace tropezar a los hijos.
Además, Dios lo aborrece porque....
5. El divorcio engendra más divorcio
No hace tantos años que el divorcio casi no se conocía en los Estados Unidos. Pero ahora el mismo corre desenfrenado. Se dice que por cada cien matrimonios, casi unos cincuenta de ellos terminan con el divorcio.
¿Por qué ha cambiado tanto este tema desde la época de mis abuelos? ¿Será que ahora hay menos religión de la que había en ese tiempo? No, no lo creo. Resulta que los Estados Unidos es un país bastante religioso hasta ahora. Además, las estadísticas demuestran que en las regiones de este país que son más religiosas, ¡el nivel de divorcio es más alto que en las menos religiosas!
¿Será entonces que hoy día la gente se esfuerza menos que antes para salvar los matrimonios? Tampoco lo creo. Lo cierto es que en la actualidad existen más instituciones que nunca que ofrecen orientación matrimonial. El divorcio no le gusta a nadie.
¿Será entonces que es más fácil que antes obtener un divorcio legal? Sí, es más fácil, y estoy seguro que esto es un factor determinante en el aumento en las tasas de divorcio de este país. Sin embargo, no creo que sea el factor principal, porque nuestra congregación y muchas otras que conozco vivimos en el mismo tiempo y bajo las mismas leyes fáciles del estado, y estamos completamente libres del divorcio. ¿Por qué? Porque nuestros padres no sembraron el divorcio; por tanto, hoy día no lo estamos cosechando en nuestra congregación.
El divorcio corre tan desenfrenado hoy día porque la generación actual está cosechando lo que sembraron sus padres; y es una cosecha bastante amarga. La generación anterior y la que la antecedió sembraron el divorcio al abrir la puerta (aunque inicialmente la abrieron sólo un poquito) a la posibilidad de salir de matrimonios difíciles por medio del divorcio. Lo que pasa en nuestra generación da testimonio a la veracidad de lo que dice la Biblia: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" (Gálatas 6.7).
Existe también otra manera en que el divorcio engendra más divorcio. Dios instituyó el contrato matrimonial para la seguridad emocional de los cónyuges. ¿Qué pasa entonces si surge una disputa entre las personas casadas y ambas partes saben que si no pueden llegar a un acuerdo, el divorcio va a ser una opción? ¡Exactamente! ¡Esa posibilidad les quita a los cónyuges la propia seguridad que el matrimonio debería proveerles cuando pasan por dificultades matrimoniales!
Pensemos ahora en la próxima generación. Se dice que los hijos de padres divorciados se divorcian con más regularidad. De aquí a veinte años, ¿qué pasará con los matrimonios de nuestros hijos? ¡Volvamos, pues, a Dios! ¡Clamemos a él por su misericordia! ¡Dejemos de traicionar a nuestros cónyuges y a nuestros hijos!
B. ¿Pero será que Dios aborrece todo divorcio?
En Mateo 5.32 y 19.9 Jesús dijo una frase que ha sido motivo de numerosas disputas entre los evangélicos. He aquí la frase (en letra negrita), citada de Mateo 5.32: "Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere". Aquí presento tres maneras de interpretar esta frase:
1. Unos piensan que la frase "a no ser por causa de fornicación" se refiere a la costumbre de las parejas judías de desposarse o darse palabra de casamiento unos meses antes de la boda. Durante ese período de desposados, la gente se refería a ellos como "marido" y "mujer", aunque jamás habían vivido juntos. En tal caso, si se hallaba que la mujer le había sido infiel a su "esposo", entonces él no debía casarse con ella. Todo esto era antes de consumar el matrimonio. Tal fue el caso con José y María, los padres de Jesús. Ya que María se halló embarazada antes que ambos vivieran juntos, José pensó repudiarla (véase Mateo 1.18-25).
2. Otros piensan que esta frase trata la situación donde uno de los cónyuges fornica regularmente, y que en tal caso el cónyuge fiel se volvería partícipe con el pecado al seguir viviendo con él o con ella.
3. Aun otros piensan que esta frase da derecho al cónyuge "inocente" a divorciarse del otro cónyuge por casi cualquier infidelidad matrimonial. Millares de evangélicos se han aprovechado de esta interpretación para así justificar su propio divorcio.
Ahora bien, ¿qué realmente quiso decir Jesús con la frase "...a no ser por causa de fornicación"?
Considérelo de esa manera. En Mateo 19 los fariseos le habían preguntado a Jesús: "¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?" Jesús claramente estableció una norma MÁS EXIGENTE que la de la ley de Moisés, pues dijo que "por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así".
Pero sucede que hoy día muchos evangélicos se aprovechan de la frase de Jesús, "a no ser por causa de fornicación", permitiendo MÁS DIVORCIO de lo que permitió Moisés. ¡Abundan los pastores evangélicos que no sólo permiten el divorcio, sino que hasta aconsejan a sus miembros que se divorcien!
Además, hoy día muchas iglesias evangélicas permiten que las mujeres se divorcien de sus maridos. ¡Esto ni lo permitió Moisés! Toda referencia al divorcio en el Antiguo Testamento se refiere al marido que se divorcia de su mujer. No hay excepción alguna. (Busque en su Biblia si no lo cree. Supongo que sea porque Cristo, nuestro novio, tiene derecho a divorciarse de su pueblo infiel, pero su pueblo no debe nunca divorciarse de él, pues él es siempre fiel.)
Las interpretaciones uno y dos concuerdan con el intento de Jesús, así como con las demás escrituras sobre este asunto. La interpretación número uno es muy común entre los anabaptistas conservadores de hoy. La interpretación número dos es la que comúnmente abrazaron los primeros cristianos después de los apóstoles. La interpretación número tres es un instrumento en las manos de Satanás para obrar en contra de Dios.
Con todo, si en algunos casos Jesús permitió la separación, nunca hallamos que él permitiera las segundas nupcias a menos que uno de los dos cónyuges haya muerto.

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