miércoles, 12 de mayo de 2010

Cuando Dios Guarda Silencio.


CUANDO DIOS GUARDA SILENCIO.
Por; Rafael H Rodriguez.

¿Alguna vez ha pensado usted que
Dios guarda silencio?

Por ejemplo, usted ha orado, ha pedido
dirección para su vida y no hay respuesta.
Quizá sufrió una enfermedad o una molestia
física y pidió a Dios que le sanara; pero parece
que Él no le escuchó. O, acaso ve que sus hijos
andan bastante descarriados y pide a Dios que
les hable al corazón; pero no parece que las
cosas cambien, y cree que Dios guarda silencio;
que está distante, ajeno a sus necesidades.
Cuando hemos sido lastimados, o estamos en
gran necesidad, su silencio pudiera parecernos
difícil de entender. ¿Tiene Dios algún propósito
para esto? Sí. Dios usa el silencio para buscar
nuestra intimidad y crecimiento espiritual con
Él. En medio de los tiempos de sufrimiento
aprendemos a amar al Señor por lo que Él es, y
no por lo que Él puede hacer por nosotros.

Porque Dios guarda silencio?

La historia de Lázaro es un buen ejemplo de
alguien que era un buen amigo de Jesús, y que
con cierta frecuencia iba a su casa para descansar.
Cuando Lázaro enfermó, sus hermanas enviaron a
decir: «Señor, he aquí el que amas está enfermo»
(Jn 11.3). Le avisaron, creyendo que Él iría
inmediatamente a verlos, porque sabían de su
profundo amor hacia ellos. Tal vez imaginaron
que Él se apresuraría a venir a ellos en su angustia
familiar. Pero, en vez de salir corriendo para
consolarlas, Jesús «se quedó dos días más en el
lugar donde estaba» (Jn 11.6). Sin duda, Marta y
María estaban extrañadas del silencio del Señor,
pero Él tenía razón por la tardanza. Cuando Jesús
finalmente fue a verlos, pudo glorificar al Padre
levantando a Lázaro de entre los muertos.

A qué se debe que Dios guarde silencio?

Mateo 6.33 dice: «Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas». Aunque creemos esta verdad
del evangelio, muchas veces Dios continúa en
silencio. Lo más seguro es que todos lo hayamos
experimentado si hemos orado y pedido por una
decisión importante, y no ocurre nada. Pero en el
momento menos esperado, Él recompensa nuestra
expectativa al darnos clara dirección sobre lo que
hemos estado pidiendo.

La «demora de Dios» podría impacientarnos
hasta el punto de llegar a cuestionar muchas
cosas acerca de Dios.Así que, en esas situaciones
debemos preguntar: «Señor, ¿qué es lo que deseas
hacer?». En Apocalipsis 8.1 durante, la Gran
Tribulación, se nos enseña a esperar: «cuando
abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el
cielo como por media hora». Las dimensiones
del silencio de Dios son muy buenas y positivas.

Razones para el silencio de Dios:

Captar nuestra atención:¿Estamos prestando
atención a la voz del Señor? A veces el mundo
nos tiene atrapados en lo que está sucediendo y
por lo tanto no lo escuchamos, o lo ignoramos.
No hay tiempo para Él, y lo silenciamos.

Recuerde: Dios no está sujeto a nuestras órdenes,
a venir cuando le llamemos o que haga lo que
nosotros queramos. Él quiere captar nuestra
atención y para lograrlo, «guarda silencio».

Pecado no confesado: ¿Hay pecado en su
vida? El pecado nos impide escuchar la voz de
Dios. Cuando confrontamos nuestro pecado, Él
quita todo lo que causa daño en nuestras vidas y
establece una nueva comunicación. Él quiere que
seamos conscientes de todo lo que nos hace
insensibles a su voluntad y a su propósito.

No estamos listos para escucharlo: ¿Estamos
listos a ceder el control de nuestra vida? Cuando
logremos entender que Él es el único soberano
del universo a quien rendimos el primer lugar de
nuestras vidas y que solo a Él debemos obedecer,
en ese momento nos dará nueva dirección en
nuestra vida.

Nos enseña a confiar en Él: ¿Estamos
confiando en el Padre celestial? Manipular nuestras
circunstancias impide que aprendamos a confiar
plenamente en Dios. Queremos honrarlo, pero
nos da miedo confiar en Él si «guarda silencio». Si
está en silencio no es que haya cambiado o que
esté inactivo, ni tampoco que no haya escuchado.
Recuerde su promesa: «No te desampararé, ni te
dejaré» (He 11.5).

Nos enseña a distinguir plenamente entre
su voz y otras voces: Recuerdo que cuando yo
era niño, tenía cinco amigos y jugábamos todas
las tardes. Sabíamos que a la hora de la cena
nuestras madres nos llamarían. Yo podía distinguir
la voz de mi madre de las otras madres. Muchos
nos aconsejarán sobre lo que debemos hacer,
pero el estar a solas con Dios en silencio, nos
enseñará a distinguir entre lo que Él nos diga y lo
que otros puedan decirnos.

Desea la intimidad con nosotros: Su meta es
tener relación muy profunda y firme con cada uno
de nosotros. Él quiere que confiemos solo en
estar en la presencia de Dios, que vayamos más
allá de: «Necesito esto o quiero aquello».

¿Cómo debemos reaccionar?

Preguntando a Dios ¿Por qué? A Dios no le
molesta que le preguntemos. Nos comprende a la
perfección; sabe realmente lo que nos motiva.

Recordando que su silencio no quiere decir
que Él esté inactivo
sino que está haciendo algo
bueno en nosotros.

Confiando en Él con quietud; creyendo,
«Estad quietos, y conoced que yo soy Dios»
(Sal 46.10). Él es soberano, y en el momento
apropiado confrontará todo lo que nos afecte o
preocupe; así lo ha prometido.

Anticipando una relación más intima con
Él
. Dios se interesa personalmente por nosotros,
solo debemos esperar el tiempo oportuno. Si
guarda silencio es porque quiere acercarnos para
que tengamos una relación más estrecha con Él,
según se lo permitamos.

Respetando su derecho al silencio. Dios
no tiene ninguna obligación con nosotros. Se lo
podremos preguntar pero no tenemos por qué
saberlo. Puede ser que Él guarde silencio para que
entendamos que Él merece respeto en la decisión
que planeó con antelación para nosotros.

Leyendo la Palabra de Dios. El Espíritu Santo
que habita en nosotros, que conoce nuestra
necesidad, y cada detalle de nuestra vida, hablará
a nuestro ser al leer su Palabra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario